DATOS Y FILOSOFÍA
ADAM ESMITH
Adam Smith es uno de los economistas más famosos de la
historia y es considerado el padre de la economía moderna. En sus teorías
económicas combina historia, filosofía, desarrollo económico, psicología y
ética. Es uno de los máximos exponentes de la economía clásica. Nació en
Escocia en el año 1723. Poseía una prodigiosa memoria y vocación por el
estudio, facultades que le facilitaron el ingreso en la Universidad de Glasgow.
Las críticas a Adam Smith han venido mayoritariamente por
su idea de que la economía de mercado es la herramienta para alcanzar el
bienestar social, mientras cada uno busca su propio interés (reflejado en la
mano invisible). Sin embargo nunca creyó que el mercado fuese perfecto o
funcionase automáticamente por arte de magia. Es más, admitió que un mercado de
comercio totalmente libre era una utopía. Smith tampoco apoyó un sistema
anárquico, sin normas ni leyes, sino una economía de mercado donde se
permitiera en libre comercio.
Obras de
filosofía y economía de Adam Smith
La riqueza de las naciones
Tres años más tarde, en 1767, comenzó a escribir su “Ensayo
sobre la riqueza de las naciones” que fue finalmente publicado en Londres seis
años más tarde. Esta obra representó el primer gran trabajo de economía
política clásica y liberal; es decir, en ella se aplicaban a la economía -por
vez primera- los principios de investigación científica, en un intento por
construir una ciencia independiente. Además, el libro fue la continuación del
tema iniciado en su obra filosófica, donde mostraba cómo el juego espontáneo
del egoísmo humano bastaría para aumentar la riqueza de las naciones, si los
gobiernos no interviniesen con sus medidas; en definitiva, constituye el primer
libro moderno de economía, por el cual se le considera el padre de la economía
moderna, su éxito fue tal que eclipsó la teoría de los sentimientos morales,
obra que muchas veces ni siquiera se menciona como referencia del pensamiento
de Adam Smith.
JUAN BAUTISTA SAY.
La apología de la figura del Empresario como factor
fundamental de la producción en un medio capitalista es lo que marca la obra de
Say y la distingue de la de Adam Smith, quien miraba a los capitalistas con
bastante recelo. Probablemente la diferencia radica en que Say tuvo una
experiencia personal en los negocios al ejercer durante diez años como un
próspero fabricante de algodón.
A juicio de este economista, el empresario desempeña un
importante papel en la puesta en marcha y coordinación de todo proceso
productivo; es quien asume la responsabilidad, la dirección y, por tanto, el
riesgo de las actividades.
El Empresario, entonces, no sólo es un factor más en la
cadena de producción, sino que es el centro del proceso económico. Sus
decisiones implican un Trabajo y, en especial, un riesgo que requiere ser
adecuadamente compensado. Por esta razón, Say defendió arduamente la libertad de
Comercio.
En general, este autor fue un apologista del Capitalismo y
tuvo una extraordinaria popularidad en la Francia del siglo XIX, ya que lograba
presentar los complejos problemas económicos de una forma bastante simple.
Marx, sin embargo, lo llamó el "trivial Say".
La Ley de Say
Jean-Baptiste Say publicó en 1803 el Tratado de economía
política, obra que dio a conocer lo que él entendía como "nueva Ciencia
Económica". Fue tal el éxito de su libro, que se empleó como texto
imprescindible en toda Europa y en Norteamérica hasta mediados del siglo XIX,
cuando fue reemplazado por el libro Principios de economía política, de John
Stuart Mill.
La llamada Ley de Say se resume, como dijimos, en que
"toda Oferta crea su propia Demanda". Su mayor implicancia es que en
un sistema de libre Mercado no es posible que exista sobreproducción. Esta ley
era, básicamente, la respuesta de la economía clásica al argumento de Malthus,
que culpaba a la insuficiente Demanda Agregada de la posibilidad de que una
situación de sobreproducción generalizada y de Desempleo de Recursos
productivos se extendiera indefinidamente en el Tiempo.
A juicio de Say, si el Mercado, llegaba a saturarse como
consecuencia de una sobreproducción, se produciría una caída general de los
Precios por debajo de los Costos, por lo que esta sobreproducción no sería
sostenible en el largo Plazo. La Ley de Say explicitó algo que estaba implícito
en Adam Smith: la economía de Mercado se autocorrige. La idea que aquí buscó
mostrar Say es que los Recursos productivos no permanecerán indefinidamente
ociosos por falta de Demanda.
Jean-Baptiste Say no excluyó la posibilidad de que se
produzcan excesos de Oferta (o de Demanda) de carácter local. Puede ocurrir que
la gente deje de demandar un artículo porque, por ejemplo, quiera sustituirlo
por otro. Como consecuencia de ello, nos encontraríamos con un exceso de Oferta
en un Mercado determinado y con un exceso de Demanda en otro Mercado. Pero
estos desequilibrios necesariamente acabarían corrigiéndose a través de cambios
en los Precios relativos.
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