TEORÍA Y LOGROS AUTORES

FEDERICO GENTZ .

En sus inicios defendió el liberalismo pero a partir de su traducción del libro de Edmund Burke Reflexiones sobre la Revolución Francesa se convirtió en un estandarte de la Contrarrevolución. Fue fundador de algunas publicaciones alemanas, como el Neue Deutsche Monatsschrift (1795) y, sobre todo, el Historisches Journal (1799) donde se dio a conocer como político contrarrevolucionario.
Sus dos grandes libros políticos son Sobre el origen y el carácter de la guerra contra la Revolución francesa y el más importante por la relevancia que tendrá durante su periodo en que fue agente de Metternich Estado político antes y después de la Revolución francesa.
En su evolución política, al igual que otros románticos alemanes, teorizó sobre el estado idealizado medieval-feudal muy parecido a la estructura de la Alemania de su tiempo: la posterior a la Unión alemana de Napoleón Bonaparte y la previa a la Unificación de Alemania en la segunda mitad del siglo XIX.

la Unificación de Alemania en la segunda mitad del siglo XIX.
Su evolución en el liberalismo se frena a partir de 1793 lo que él mismo llamó proceso de desecación y que choca con el sistema clásico sobre todo en tres puntos:
·         Estado cada vez más fuerte como reacción a los excesos de atención que en el liberalismo había que prestar a la opinión pública.
·         Argumento económico técnico: la tributación debe ser indirecta.
·         Inconvertibilidad de la moneda, o mejor la total autoridad del Estado en la convertibilidad, el Estado como único agente que decida que es lo que tiene valor (papel, metal). Este punto le enfrenta directamente con la teoría ricardiana y del Comité Metalista y es uno de los elementos que forman el edificio teórico de David Ricardo.



Resultado de imagen para FEDERICO GENTZ






ADAM MULLER.

Adam Müller destaca especialmente dentro del panorama delimitado por la llamada Escuela Histórica Alemana de Economía. Si algunos de sus planteamientos pueden considerarse hoy en día anacrónicos, otras de sus intuiciones fueron la impronta epifánica que ayudó a constituir la ciencia económica con el rigor y amplitud interdisciplinar con que la conocemos en la actualidad.



En contraposición con la metodología de la Economía Clásica representada por Adam Smith, Müller sostiene que el hombre actúa por medio de una articulación de índole social donde se realiza la posibilidad de sus anhelos, luego la perspectiva social no puede ser ignorada para comprender a la propia economía, ya que ésta es parte del orden primordial y no mera consecuencia de la búsqueda de la riqueza. Todo orden social sería, entre otras cosas, económico, pero de tal forma que la economía pura sería una mera abstracción (útil tan sólo para un marco de trabajo de aplicación operativa o analítica) que disgregaría aspectos, factores y elementos que de suyo siempre se encuentran agrupados e integrados.

Así, el Estado se convierte en un ente con vida y finalidad propia: “La constitución de un Estado es algo tan grande, vario e insondable, que debe justamente extrañarnos el apresuramiento y la ligereza con que se lleva a cabo su estudio en la actualidad (…). Pero ¿es posible considerar al Estado como una máquina, y sus miembros como un inerte juego de ruedas? ¿O como un edificio, y sus partes constitutivas, tan delicadas y sensibles, como piedras frías que el cincel tiene primero que labrar y la escuadra, luego, que ordenar? Si tratamos de describir la primera sensación que el espectáculo de la sociedad civil nos produce, tendremos que recurrir forzosamente a los dominios del arte” (4)

Para Müller, debemos sobrepasar estos límites del acumulado escombro utópico antes de mostrar los límites verdaderos: “Aquellos que, lejos de impedir el movimiento del Estado, lo estimulan”. Paradójicamente, la utopía política cercenaría posibilidades magníficas de progreso, abortándolas, e indicaría horizontes de ilusión colectiva que serían un puro escenario de representación donde la mueca y la máscara sustituirían al gesto y al rostro de lo que cristaliza en la realidad reflejando el sol fecundo y no bañándose en las brumas del sueño de la noche (utopismo que puede ser presuntuoso racionalismo conceptualista en sus formas de Liberalismo o Socialismo). Un Estado verdadero es consciente de sus auténticos límites, que guían al político práctico y al legislador “en cuanto tienen que resolver el asun to más nimio o decidir el caso jurídico más insignificante”. Cuando la teorización, desvertebrada, no se ancla en los hechos, en las vivencias y en las experiencias, necesariamente considerará los límites del Estado erróneamente, distorsionándolos y dándoles una consistencia fija; arrebatándoles la vida y el crecimiento y, por consiguiente, perturbando la acción del político.

La Ciencia Política alcanza su conciencia máxima en el Estado, y éste en aquella: “Ciencia y Estado serán lo que tienen que ser cuando formen una unidad, como el alma y el cuerpo, que son una cosa en la misma vida, y sólo el concepto es quien los disgrega mortalmente”


ADAM MULLER





Comentarios

Entradas populares